Y añadía:
"Al amigo que se acuerda de tu cumpleaños todos los años, no le pidas que venga a consolarte a las tres de la mañana porque te ha dejado el novio. Ése no vendrá porque es una persona metódica que suele acostarse temprano. Y, por el contrario, a la persona dispuesta a consolarte a cualquier hora de la noche, ¡no le pidas que se acuerde de tu cumpleaños! Ése no se acuerda ni del suyo propio".
Si lo pensamos bien, cada uno de nosotros tenemos unos puntos fuertes y otros débiles. ¡No existe la perfección! Y no podemos exigir a los demás (nuestros amigos, familiares, etc) que sean perfectos.
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