
Muchas veces odiamos nuestros problemas y hacemos nuestro mejor esfuerzo por escapar de ellos, pero no importa cuán rápido corramos o cuán lejos vayamos, nuestro problema nos sigue, marcándose detrás nuestro como las huellas y las sombras.
Nos damos cuenta muy poco de que si solamente nos paramos quietos y esperamos, respirando profundo y relajando nuestra mente y nuestro cuerpo, la solución, en forma similar a la sombra del árbol, se tragará el problema completo y nos dejará libres para
celebrar.
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