Prestamos más atención a los que tienen éxito, o incluso a los que "saben mucho" de algún tema, que a los que "saben vivir" y no ostentan cargos de poder. La señora a quien le compro las verduras y la fruta merecería ocupar los titulares de los periódicos más importantes del mundo. En los diez años que hace que la conozco, nunca ha dejado de sonreír. Pese a tener que cuidar sola de cinco hijos, puesto que es viuda, cuando alguien llega de mal humor, le compre o no, lo alegra, le cuenta un chiste o alguna fábula que ha inventado sobre los productos que vende. Pasar un rato con ella es tranquilizador y reconfortante. Ni tiene discos de oro ni ha escrito ningún bestseller ni ha descubierto la pólvora, sólo es ella misma cada instante, en cada gesto, en cada pensamiento.
Por fortuna, todavía quedan personas que reconocen lo auténtico y se asombran ante ello. La sabiduría sosegada del buen ejemplo, la que se da lejos de la parafernalia y al alharaca mediática, no pasa desapercibida para los que poseen esta capacidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario