Nunca digo, porqué pasó sino para qué. ¿Qué tengo que aprender, qué tengo que entender, cómo evoluciono y trasciendo con esto? Yo nunca, nunca me concentro en el dolor. Porque si me concentro en el sufrimiento, lo atraigo y me golpea.
Tú tienes al igual que un pintor, telas, en tu mano una paleta llena de colores con pinceles y puedes elegir pintar, el cielo o el infierno. Y tienes el libre albedrío de escoger en cuál entras y hay gente que crea infiernos a su alrededor, en su familia, en su empresa, en su entorno. Y otros que son pura alegría y crean un paraíso a su alrededor.
Revista Namasté nº 71
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