Si no le damos un rumbo a la vida, corremos el
peligro de convertirnos en una hoja al viento movida por fuerzas externas: por
el mercado laboral, por la coyuntura económica, por los datos de la bolsa y por
las casualidades. Al principio no parece tan malo. Simplemente se vive así.
Unas veces se tiene suerte y otras, no. Como una hoja al viento, pero siempre
dependiendo de lo que decidan los otros. Y esa falta de perspectiva puede
actuar como arenas movedizas que se nos tragan lentamente.
Barbara Berckhan
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