Me gusta empezar los años con los ojos muy abiertos, las maletas vacías, las palmas de las manos hacia arriba, dejándome llevar sin prisa, sin expectativas, sin esperar nada ni a nadie, al libre albedrio de todos aquellos sueños que aún tengo por cumplir. Puedo decir, con un orgullo humilde, si es posible que este así sea, que a día de hoy ni un solo año vivido me ha defraudado ni ha dejado de sorprenderme: disfruto viendo como los distintos meses van llenando mi equipaje de recuerdos, colores, sabores, paisajes, músicas, susurros de palabras, sonrisas, imágenes oníricas, vivencias, experiencias, aprendizajes, besos, caricias, abrazos tiernos, “holas” y “adioses”, que vienen y se van lejos.
Maryam Varela
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