Stacey no pondría a la decisión de ella la etiqueta de correcta y a la de sus padres la de incorrecta, sino que limitaría a reconocerlas sencillamente como decisiones diferentes, basadas en sistemas de pensamiento diferentes. Las relaciones de Stacey estarían llenas de respeto mutuo y de amor, en vez de estar llenas de dudas y de acusaciones. La solución es adquirir una comprensión adecuada de este concepto y tener la humildad necesaria para reconocer que no siempre te puedes poner en el lugar de las demás personas. Por mucha que sea la claridad con que ves algo, o por muy evidentemente cierte que te parezca una situación, otra persona la valorará diferentemente y estará igualmente segura de su postura.
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